Un viaje al corazón de la historia y la literatura
Martes 9 y miércoles 10 de abril
Nuestra aventura comenzó en la villa más noble
e ilustre de La Mancha, un enclave de gran importancia en la Edad Media,
especialmente tras la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212. En el siglo XV,
su población creció exponencialmente, lo que llevó al infante de Aragón, Don
Enrique, a establecer su residencia aquí. En su honor y el de sus hermanos, la
villa pasó a llamarse Villanueva de los Infantes.
Muy interesantes
son sus tres portadas, dos
platerescas y la principal clasicista.
En 1955 se descubrió una cripta de gran interés datada en 1646, realizada en honor de Santo Tomás.
Recorriendo las calles de Villanueva de los Infantes, nos encontramos con edificios emblemáticos del siglo XVII, como la antigua Cárcel, el Palacio de los Fontes, la Casa del Arco, la Casa de los Estudios y la Casa de la Inquisición, adornada con el blasón del Santo Oficio.
La Alhóndiga Se construyó como almacén de trigo y casa de contratación desde mediados del siglo XVI, hasta que en 1719 se transformó en la cárcel del partido, siendo rey Felipe V. Resulta curioso el gran número de grabados realizados por los presos sobre la piedra en pareces y columnas. Ahora reconvertida en la Casa de la Cultura
Entre tantos vestigios de pasado se entrelazan rutas del tapeo o de la brocheta y de artesanía Sabor Arte o la Fiesta del Pimiento.
La Casa de los Estudios fue colegio menor donde impartieron clases de Humanidades y Gramática, su patio es uno de los más bellos de la localidad.
La Casa Solariega uno de los tesoros del
Siglo de Oro. Su maravilloso patio de columnas con pozo.
Casa de La Inquisición, levantada en el siglo XVI, fácilmente reconocible por el escudo del Santo Oficio con la cruz, las tibias cruzadas y la calavera.
Continuando con la ruta, llegamos a La Alameda (Ciudad Real), donde se encuentra el restaurante La Encomienda.
Retomamos la ruta hacia el Sacro Convento Castillo de Calatrava la Nueva: Una Fortaleza Imponente.
Elevándose sobre un cerro a 936 metros de altitud, el Sacro Convento y Castillo de Calatrava la Nueva se alza como testigo de la historia medieval española. Tras la victoria cristiana en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), este conjunto monumental adquirió una importancia estratégica, convirtiéndose en una auténtica ciudad fortificada de 46.000 metros cuadrados.
Declarado Monumento Histórico Nacional en 1854 y Bien de Interés Cultural en 1931, se posiciona como uno de los mejores conservados de Europa.
Continuando nuestro camino hacia la Iglesia del siglo XIII, de origen cisterciense, exhibe una fascinante mezcla de estilos artísticos, incluyendo elementos románicos, góticos y mudéjares.
En su fachada, encontramos un imponente rosetón que data de la época de los Reyes Católicos.
Este edificio, el mejor conservado, destaca por su construcción en mampostería de piedra cuarcita unida con argamasa de arena y cal.
Los pilares, arcos y nervios de las bóvedas están realizados en roca volcánica roja, mientras que las originales cúpulas de nido de golondrina añaden un toque distintivo a la arquitectura.
Además, el recinto alberga el Campo de los Mártires, un antiguo cementerio donde reposan los restos de cinco Maestres anteriores a Calatrava la Nueva, conocidos como "los mártires".
Un elemento fundamental del castillo son sus aljibes, ingeniosamente intercomunicados para optimizar el almacenamiento y evitar la pérdida de agua durante las estaciones secas.
Los caballeros calatravos, expertos en la construcción, desarrollaron una técnica de impermeabilización única para revestir sus aljibes y garantizar la integridad de sus reservas.
Las tres
murallas que rodean el castillo no solo cumplían una función defensiva,
sino que también servían para demarcar
la jerarquía social dentro del recinto.
Entre la primera y segunda murallas habitaban los campesinos, entre la segunda y la tercera se encontraban los artesanos, y en el interior de la última residían los caballeros calatravos.
El patio de armas, con una bóveda empedrada y arcos ovalados.
Cabe destacar que la Orden de Calatrava no estaba compuesta por caballeros convencionales, sino por monjes-caballeros, lo que confería a la orden un carácter único y distintivo.
La Sala Capitular, ubicada en el
convento, servía como lugar de reunión para los caballeros de la orden.
Susano, quien ha crecido entre sus muros y conoce cada rincón como la palma de su mano, lugareño apasionado de su pueblo, nos reveló los secretos y leyendas que rodean al castillo.
Continuamos la ruta hacia Almagro, invita a sumergirte en un viaje a través del tiempo. Sus calles empedradas, sus casas solariegas y sus monumentos te transportarán a la época dorada del Siglo de Oro español.
Entre sus principales atractivos se encuentran el Almacén de los Fúcares, un palacio renacentista que perteneció a la poderosa familia de banqueros y el Museo Municipal del Encaje y la Blonda, donde podrás admirar la delicada artesanía local, o simplemente pasear por sus calles y plazas.
La Plaza Mayor,
el corazón de la ciudad, rodeada de edificios históricos como el Corral de
Comedias, un teatro del siglo XVI donde se representaban obras clásicas y sigue
permaneciendo activo durante todo el año.
Humor cervantino en el Corral de Comedias
Tras empaparnos de la cultura de Almagro, nos dirigimos al emblemático Corral de Comedias, un oasis teatral que nos transporta al Siglo de Oro español.
Allí, bajo la atenta mirada de la Garnacha de Umbra, cinco joviales bufones desplegaron su humor cervantino, narrando con entusiasmo la fascinante historia del Corral de Comedias.
La obra nos sumerge en el mundo de la picaresca, la burla y el engaño, donde el teatro se convierte en un espejo que refleja las debilidades y contradicciones de la sociedad.
Después de hacernos pensar, sentir, cuestionarse, reír... realizamos un viaje culinario a la Mancha de Cervantes, en el restaurante La muralla, donde los sabores descritos por Cervantes cobran vida en cada plato.
Un
final de ruta con sabor manchego: quesos y molinos en Consuegra
Culminar una ruta por tierras manchegas no puede tener un broche de oro mejor que una visita a Consuegra, entre los emblemáticos molinos de viento, declarados Bien de Interés Cultural, se esconde un tesoro gastronómico: Los Quesos César.
En esta fábrica artesanal, la pasión por el
queso de oveja se traduce en productos de sabor único.
Hay una serie de fases que deben llevarse a cabo para la elaboración artesanal de un queso: coagulación, corte, desuerado, prensado, salado y maduración.
La guinda del pastel la pone una cata comentada, donde degustamos 6 variedades de queso de oveja artesano de diferentes curaciones,
Fantástico reportaje.
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