viernes, 10 de febrero de 2023


Concurso Cepa Aluche sobre el Día de 

la mujer y la niña en la ciencia



Brujas, creadoras de ciencia       

Antaño, la palabra “bruja” quería decir “mujer sabia”.

Eran mujeres que estudiaban los remedios naturales y las propiedades de curación con plantas medicinales. La gran mayoría eran sanadoras; otras eran curanderas, artesanas y científicas.

Ellas fueron las primeras mujeres científicas de la historia. Mucho antes de que se creasen las universidades, antes de que las mujeres pudieran estudiar aprendían a base de experiencias y ese conocimiento se transmitía de generación en generación, tejiendo redes que las hacían más sabias y poderosas.


Instrucciones

En el Caldero de bruja se han caído los descubrimientos de ocho científicas, que son los ingredientes de la pócima para ganar el concurso.

Ten cuidado, porque también se han caído los descubrimientos de otras científicas, pero esos son ingredientes de un hechizo. 

Más abajo te hemos dejado pistas sobre la biografía de diez científicas.

Si consigues adivinar el nombre de las científicas sin caer en el hechizo de la pereza, entrarás en el sorteo de un regalo del Cepa Aluche.

La hoja para participar en el concurso se la puedes pedir a tu profesor.

Suerte y ten cuidado con los encantamientos.


¿ Quienes son las científicas de la pócima?

  1. Descubrió qué es lo que determina el sexo de los bebés
  2. Descubrió que las estrellas estaban hechas de Hidrógeno y Helio
  3. Se dio cuenta de la importancia de la higiene en la prevención de enfermedades
  4. Calculó la trayectoria para llevar astronautas a la Luna
  5. Inspiró el movimiento medioambiental
  6. Murió trabajando
  7. Le debemos la invención de la tecnología wifi
  8. Aportó pruebas de que los dinosaurios existieron


                         Pistas sobre las científicas:

Katherine Johnson      


Fue una matemática, física y científica espacial estadounidense conocida por sus contribuciones en el campo de la aeronáutica y sus programas espaciales que trabajó 35 años para la NASA ayudando con sus cálculos en la consecución de los primeros vuelos espaciales tripulados del país.
Katherine Johnson nació en 1918 y siempre le encantó aprender. Destacó en la escuela y se matriculó en el West Virginia State College cuando tenía solo 15 años de edad.
A los 18 se graduó en la universidad y en la década de 1950, la NASA empezó a aceptar mujeres calculadoras afroamericanas. Katherine se presentó y ¡obtuvo el trabajo!.
Quería saber los detalles de aquello para lo que trabajaba haciendo cálculos, pero no se le permitía asistir a las reuniones. Gracias a su atrevimiento y tras mucho insistir lo consiguió y vieron que era extraordinaria calculando trayectorias de vuelo. Su habilidad en matemáticas era excelente y llegó a ser una de las personas encargadas de calcular la ruta para la primera misión tripulada a la Luna, en 1969. Era tan buena que se fiaban más de su criterio que de las nuevas computadoras mecánicas de la NASA, ya que de ello dependía que el equipo del Apolo regresara a la Tierra en perfectas condiciones. Como ya sabes, la misión fue un éxito y su trabajo hizo posible que los astronautas visitaran el espacio y regresaran sanos y salvos de vuelta.

 

Cecilia Payne 


Fue una astrónoma y astrofísica nacida en Inglaterra en 1900, que siempre sintió pasión por aprender y por la ciencia. Asistió a la Universidad de Cambridge y, en una conferencia sobre eclipses solares, se enganchó a la física y a la astronomía. Cambridge no daba muchas oportunidades a las mujeres y no les ofrecía la posibilidad de optar a grados avanzados, pero Cecilia consiguió una beca en el observatorio de Harvard y desde allí pudo dedicarse a observar las estrellas. Los científicos de la época creían que las estrellas se habían formado de la misma manera que la Tierra, pero ella demostró que eso era incorrecto. Descubrió que el Sol está compuesto en su mayor parte de gas de hidrógeno y helio. Esto supuso una auténtica revolución y provocó que respetados astrónomos le dijeran que era “imposible”, e insistieron tanto que acabó su tesis añadiendo una nota en la que decía que probablemente estaba equivocada. Años después, la comunidad científica se dio cuenta de lo acertado que era su trabajo y finalmente, en 1956, se convirtió en la primera profesora de Astronomía de Harvard. Su trabajo nos ayudó a comprender la vida de las estrellas y cómo se comporta nuestro universo.


Katia Krafft

Nació en 1942, en Francia. Se enamoró de los volcanes a través de la fotografía y decidió estudiar Geología en la Universidad de Estrasburgo. Allí conoció a su pareja Maurice Krafft, otro apasionado de los volcanes con el que llevó a cabo numerosos estudios, viajes y observaciones.  Los volcanes son impredecibles y peligrosos, muchos científicos tenían demasiado miedo para observar las erupciones en persona, pero ese no era el caso de Maurice y Katia. Durante las décadas de 1970 y 1980, documentaron la actividad volcánica, tomaron medidas de lava y gases y recolectaron minerales a escasa distancia de las erupciones. Juntos estudiaron la formación de nuevos volcanes, los efectos de la lluvia ácida y las peligrosas nubes ardientes de cenizas. Siguieron traspasando los límites para obtener sus observaciones hasta que, en 1991, el volcán del monte Unzen en Japón acabó con sus vidas junto a las de otros cuarenta y un científicos y periodistas, cuando el flujo de lava cambió inesperadamente su curso. Katia murió haciendo lo que amaba y, gracias a su pasión y valentía, hoy tenemos una mejor comprensión de los volcanes y sus efectos.

El documental ‘Fire of Love’ cuenta la historia de los Krafft, que dedicaron su vida al estudio de las montañas de fuego. Ambos fallecieron en 1991, engullidos por el flujo piroclástico del Monte Unzen en Japón


                       Hedy Lamarr


Fue una actriz, durante la época dorada de Hollywood, a la que llamaban “la mujer más hermosa del mundo”. Incluso tiene una estrella en el paseo de la fama de Hollywood, pero mucha gente ignora que también fue ¡una brillante inventora!. Nació en 1914 en Austria y soñaba con convertirse en actriz, pero su controlador marido millonario quiso poner fin a su carrera. Fue entonces cuando ella le dejó, huyó a París y más tarde a Londres. Allí siguió trabajando como actriz y empezó a trastear con sus propios inventos en un taller secreto. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Consejo Nacional de Inventores pidió a la población que enviaran nuevas ideas. Hedy mandó una propuesta para desviar el rumbo de los torpedos de la Armada de Estados Unidos, interfiriendo las señales de radio que los guiaban.
Tras aprobar su patente en 1942, el Ejército estadounidense aparcó la idea y no fue hasta 1962 cuando los militares se dieron cuenta de que su invención era una mina de oro.  La tecnología de Hedy se utilizó para controlar los torpedos y la comunicación entre aparatos electrónicos. Hoy en día es la base de la tecnología que utilizamos a diario con nuestros teléfonos y dispositivos con GPS, wifi y bluetooth. Hedy ganó muchos premios en vida y fue incluida en el Salón de la Fama de la Asociación Nacional de Inventores en 2014, 14 años después de su fallecimiento.


Mary Anning 

Nació en 1799 en un pequeño pueblo de Inglaterra. Su familia era muy pobre y para poder llegar a fin de mes, ayudaba a su padre recolectando fósiles que vendían a los turistas. Era un trabajo peligroso, ya que los acantilados eran escarpados y el océano provocaba frecuentes desprendimientos. A pesar de todo, con tan solo 11 años se encargó del negocio de fósiles cuando su padre falleció.

En aquella época nadie había oído hablar de dinosaurios y todo el mundo dudaba de su existencia. Fue Mary, a los 12 años, quien descubrió el primer esqueleto completo de ictiosaurio, un gran reptil marino con aspecto de pez y delfín a la vez. Después encontró muchos más: pterosaurios, plesiosaurios y hasta excrementos de dinosaurio hoy llamados "coprolitos". Demostró que la extinción de estas criaturas fue un hecho real e investigó sobre su existencia en la Tierra. A pesar de sus logros científicos y del respeto de doctores y geólogos hacia sus hallazgos, nunca se le permitió publicar por ser mujer. Sin embargo, sus descubrimientos permitieron al mundo ver los fósiles como algo más que rarezas místicas y nos inició en la edad de los reptiles.

Nettie Stevens             

           

Nettie Stevens nació en 1861 en Estados Unidos y tuvo que ahorrar y trabajar para poder pagar su educación. Tras mucho esfuerzo y perseverancia, se doctoró a los 41 años. Su gran interés era la genética y por aquel entonces, aún no se sabía casi nada. Durante siglos se había pensado que el sexo de los bebés venía determinado por lo que comía la mujer durante el embarazo o por lo caliente que mantuviera su cuerpo. Tanto era así, que la gente intentaba concebir los hijos en verano para asegurarse de que fueran varones. Sin embargo, Nettie y otros científicos tenían sospechas de que había otros factores que intervenían en la determinación del sexo.

Trabajando con los órganos sexuales de gusanos y mariposas cuyas células observaba al microscopio, descubrió que los insectos masculinos tenían cromosomas en forma de X e Y, mientras que las hembras tenían dos cromosomas X. A pesar de que su trabajo aportó pruebas sólidas y muy contundentes, el público seguía siendo escéptico ante la idea de que el sexo lo determinaran esos llamados cromosomas. Nettie murió prematuramente y su trabajo cayó en el olvido, ignorado durante muchos años. En la actualidad somos conscientes del asombroso trabajo que realizó, en una época en la que la sociedad no estaba aún preparada para valorarlo.


Rachel Carson      

          

Bióloga marina, conservacionista y escritora

Rachel Carson creció en una granja de Pensilvania y se pasó la infancia observando pájaros, bichos y peces. Se graduó en Zoología, trabajó como guionista de programas de radio sobre criaturas marinas y escribió importantes obras cuyo estilo poético le permitió llegar a gente de todos los ámbitos de la sociedad. En la década de 1950, el Gobierno de Estados Unidos y la industria privada empezaron a utilizar, en exceso y a ciegas, el pesticida DDT.

Rachel quedó desolada tras recibir la carta de una vieja amiga en la que narraba cómo todos los pájaros cantores de su santuario habían muerto después de que un avión fumigara DDT sobre los campos. A raíz de este suceso investigó y escribió su mejor libro “Primavera silenciosa”, donde puso de manifiesto cómo el DDT estaba envenenando el ganado, matando a los peces y causando estragos en los ecosistemas. Murió tan solo dos años después de su publicación, pero tuvo un enorme impacto en nuestras conciencias y dio paso a la acción, inspirando el movimiento medioambiental alrededor del mundo.


Karen Horney

                    

                  Psicoanalista

Nacida en Alemania en 1885, estudió medicina en Berlín y luchó sus propias batallas contra la depresión, lo que la inspiró a estudiar Psicología. A principios de la década de 1900, la psicología había emergido como una nueva ciencia social que investigaba cómo funcionaba la mente. Sigmund Freud era el padre de la teoría psicoanalítica, y sus ideas constituían la base de la terapia que se practicaba por aquel entonces. Cuando Karen empezó a tratar a sus propios pacientes y a lo largo de sus muchos estudios clínicos, empezó a observar que la conducta no encajaba con la teoría de Freud y comenzó a rebelarse contra aquello que le habían enseñado.

Karen afirmaba que la sociedad no permitía a las mujeres ostentar ningún tipo de poder auténtico y que, en lugar de esto, las obligaba a vivir a través de sus maridos e hijos. Aseguró que las mujeres no querían convertirse en hombres sino disfrutar de la misma independencia que ellos. Al hacerlo, creó el campo de la psicología feminista y se trasladó a Nueva York, donde creó una nueva teoría sobre la neurosis. Se dio cuenta de que la ansiedad no solo estaba causada por nuestros impulsos biológicos, sino también por el entorno en el que crecemos. Esto contradecía las teorías de Freud y por ello sufrió duras críticas y ataques que provocaron su salida del Instituto Psicoanalítico de Nueva York.

Karen creó una nueva forma de pensar sobre nosotros mismos y es considerada una de las psicólogas más influyentes de todos los tiempos.

Elizabeth Blackwell  

Doctora   

Elizabeth Blackwell no tenía ningún interés en la medicina hasta que una amiga suya falleció a causa de un cáncer. Nació en 1821 en el seno de una familia abolicionista en contra de la esclavitud, que la educó en valores por la justicia y la igualdad. Se convirtió en la primera mujer doctorada en medicina en Estados Unidos por la Universidad de Geneva (Nueva York). Allí tenía que sentarse aparte del resto de estudiantes masculinos y a menudo los profesores se sentían avergonzados por su presencia, durante las lecciones de Anatomía. En ocasiones le pedían que abandonara conferencias sobre reproducción para proteger sus “delicadas sensibilidades”, pero ella defendía su derecho a quedarse. Junto a su hermana, abrió una clínica para mujeres y niños indigentes donde ofrecían asistencia,  tratamiento y también formación para otras enfermeras y estudiantes de medicina. En aquella época se sabía muy poco sobre la transmisión de enfermedades y lavarse las manos no era obligatorio para los médicos como lo es hoy en día. Elizabeth pronto se dio cuenta de la importancia de la prevención y en sus conferencias insistía en mejorar las normas de higiene en hospitales y hogares. Fundó una Facultad de Medicina para mujeres y sirvió de inspiración para muchas mujeres, haciendo posible que se convirtieran en doctoras.

Dian Fossey

                         Primatóloga

Nacida en 1932 en California, siempre mostró un gran interés por los animales, pero dejó sus estudios de veterinaria por los de terapia laboral y pasó varios años trabajando en un hospital infantil de Kentucky. 

Desde su llegada al centro se entregó por entero al cuidado de los niños, quienes parecían haberla escogido como principal compañera de juegos y comunicación. 

Su historia de admiración y cariño hacia los gorilas comenzó cuando decidió dejar su trabajo para viajar a África e iniciar una nueva carrera allí. 

A pesar de no tener formación científica, el antropólogo británico Louis Leakey confió en ella para las labores de observación e investigación de gorilas porque "prefería a alguien que se saliera de los patrones académicos". 

Convencido de que la investigación de los grandes simios podría aportar información sobre el problema de la evolución humana, la animó a iniciar un largo estudio de campo con gorilas. Fossey resultó ser una estupenda observadora del comportamiento de estos animales, ingeniosa y paciente. 

Karisoke, su lugar de estudio, pasó a ser centro internacional de investigación sobre los gorilas y en 1974 le concedieron el grado de doctora en Zoología por la Universidad de Cambridge. 

Mientras tanto, sus reportajes publicados en la revista National Geographic empezaron a concienciar a miles de personas y su obra “Gorilas en la Niebla" recogió importantes y novedosas observaciones de campo.  

Luchó incansablemente por la conservación de los gorilas, posicionándose abiertamente en contra de la caza furtiva y cuestionando a los gobiernos que la permitían. Todo ello la convirtió en objetivo de mafias y furtivos, que la asesinaron violentamente en su cabaña a machetazos.  

Hoy es todo un símbolo de lucha y tesón por la conservación de los gorilas y su medio natural.

Teatro: De la investigación y otras soledades

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